Cinco áreas protegidas potencializan el Atlántico como territorio biodiverso
Plan de Manejo Ambiental garantiza un adecuado uso y administración de los recursos naturales.
Desde el Convenio de Diversidad Biológica acordado en la Cumbre de Río, y la Ley 165 de 1994, mediante la cual Colombia aprobó su adopción, se resaltó la importancia de las áreas protegidas como el instrumento principal para la conservación de la biodiversidad en los países.
A partir del año 1997 la Política Nacional de Biodiversidad hizo énfasis en el establecimiento del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINAP), constituido por el Sistema de Parques Nacionales Naturales y las áreas naturales protegidas de carácter regional y local, tanto de índole público como privado.
En cumplimiento de esta política, la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA) firmó un convenio marco en el año 2005 para ser parte del Sistema Regional de Áreas Protegidas (SIRAP Caribe), conformada por 16 entidades ambientales de la Región Caribe, desde el golfo de la Guajira hasta Cabo Tiburón en Antioquia y parte de Chocó.
En el marco de estas acciones, la Corporación ha declarado cinco áreas protegidas que suman 7063 hectáreas de relictos de bosque seco tropical, que equivalen al 4,08% del total de territorio del Atlántico, labor que arrancó con la identificación de territorios de conservación y un proceso de investigación biológica y planificación ambiental.
Hoy, el Atlántico cuenta con cinco áreas protegidas, cada una cuenta con su respectivo Plan de Manejo Ambiental PMA, que garantiza un adecuado manejo y administración de los recursos naturales.
La primera en ser declarada en el año 2011 fue Luriza, en el municipio de Usiacurí, con un área de 837,17 hectáreas que corresponden al gran Bioma de Bosque Seco Tropical, ubicado en la cuenca alta del arroyo Luriza, siendo uno de los mejores relictos de bosque seco del Atlántico.
El Parque Natural Regional Los Rosales, en Luruaco, con 1503.5 hectáreas fue la segunda área protegida declarada por la C.R.A y cumple con una importante función ecológica, además de ser refugio de las especies de animales y plantas más características de la región.
Su declaratoria comenzó a través de un convenio de compensación forestal en el año 2009 entre Interconexión Eléctrica S.A E.S.P (ISA) -CRA y The Nature Conservancy (TNC), donde se elaboró el proyecto “Creación de un área protegida pública de orden regional en el suroccidente del Departamento del Atlántico”, cuyo objeto de conservación son principalmente el bosque seco y el Titi Cabeciblanco (Saguinus oedipus), que se ha convertido en una especie sombrilla para la conservación de la diversidad de los bosques secos tropicales, ya que éstos son su único hábitat.
La reserva Forestal Protectora El Palomar, con 772 hectáreas, ubicada en el municipio de Piojó es la primera reserva forestal y la tercera área protegida en el departamento. En ella se encuentran especies de fauna y flora consideradas dentro de las categorías de amenaza de Colombia, con algún nivel de riesgo y sobre las cuales debe existir prioridad de conservación.
Por otro lado, El Distrito Regional de Manejo Integrado Palmar del Tití (Luruaco), conformado por una superficie de 2.622 hectáreas, entre los municipios de Luruaco y Piojó, Atlántico, se convirtió en la cuarta área protegida de esta zona del país.
Está compuesto por 47 predios y colinda al occidente con el Parque Natural Regional Los Rosales, al oriente con un tramo de la Troncal Vial Hibacharo – Palmar de Candelaria, al sur oriente con el centro poblado del corregimiento de San Juan de Tocagua y la Laguna de San Juan de Tocagua; al norte con la Ciénaga del Totumo y al sur con un tramo de la Troncal Vial del Caribe.
Banco Totumo Bijibana (BTB), se convirtió en el 2019 en la quinta área protegida que hacen del Atlántico un territorio biodiverso, con un área de 1528,9 hectáreas, corresponde a Bosque Seco Tropical en proceso de sucesión, con posibilidad de conexión con sistemas de Bolívar (SFF Los Colorados) (Plan de compensación 2016), posee especies endémicas del bosque seco y especies amenazadas, además de proveer servicios ecosistémicos que los mismos pobladores identifican como riqueza local natural.
Al declarar Banco Totumo Bijibana, bajo la categoría de Distrito Regional de Manejo Integrado, la Corporación se trazó el objetivo de lograr no solo lograr la permanencia de especies focales para el bosque seco del Departamento, sino también ser un corredor y resguardo faunístico que posibilite el flujo genético entre los parches que aún se mantienen a escala regional.
La biodiversidad de estas coberturas constituye un bien en sí mismo, las especies tanto animales como vegetales que se encuentran en estos hábitats pueden dar origen a nuevos productos farmacéuticos y ser fuente de nuevos recursos genéticos y productos forestales no maderables como resinas, frutas, juncos y hongos.
Los remanentes de bosques secos también han sido identificados como áreas claves para futuras actividades por su gran potencial para la conservación de las aves migratorias, ya que, por su localización geográfica, estas islas de hábitats naturales son puntos estratégicos de estación y refugio en el viaje migratorio hacia los Andes o hacia el oriente del continente.